El queso es uno de esos ingredientes que combinan con todo. Con pan, en salsas, y por supuesto, en tartas. Además, el queso fresco es bastante fácil de manejar y mezclar, aunque en esta ocasión hay que cerciorarse que tenga un buen contenido graso.
Los ingredientes que se van a usar
Para la realización de este postre, se va a necesitar una bolsa limpia o un almirez, un rodillo o similar, varios cuencos para mezclar, una cuchara de madera, una batidora de varillas o varillas manuales, un molde desmontable de unos 20-22cm de diámetro y un cazo.
En cuanto a ingredientes, hay que tener para la base 300 gramos de galletas tipo digestive, 50 gramos de avellanas o almendras, 50 gramos de mantequilla y 30 gramos de chocolate negro. En cuanto al relleno, se necesitarán 300 mililitros de nata, 200 gramos de yogur griego no azucarado, unos 350-400 gramos de queso fresco graso (no del tipo burgos), 100 gramos de azúcar, 3 láminas de gelatina neutra o equivalente en polvo, 200 gramos de chocolate blanco y otros 200 gramos de chocolate negro.
Preparando la base
La preparación de la base es bastante sencilla. En primer lugar, se cogen las galletas y se trituran. Hay mil formas de hacerlo. Si no se quiere ensuciar mucho se pueden meter en una bolsa limpia y seca y pasar un rodillo repetidas veces hasta convertirlas en polvo. También se puede hacer con un almirez, una batidora de vaso, thermomix… Las avellanas o almendras también hay que triturarlas, salvo que se compren ya en polvo, por lo que se puede hacer todo a la vez si se hace de modo electrónico. Una vez se tenga el polvo de galleta y de frutos secos, se pone en un cuenco. A continuación se derrite el chocolate con la mantequilla y se añade a la mezcla anterior. Se remueve todo muy bien hasta tener una pasta homogénea. Esa pasta se pone sobre la base del molde, se presiona bien hasta crear una capa sólida y se guarda en la nevera.
Haciendo los rellenos
Antes de empezar con el relleno, se deberán ablandar las láminas de gelatina, introduciéndolas unos 5 minutos en agua fría, hasta que se queden bobas. Mientras tanto se bate el queso con el yogur. Una vez estén bien mezclados añadimos el azúcar hasta que esté completamente agregada. Si no queremos que la tarta quede muy dulce, podemos eliminar por completo el azúcar, puesto que por lo general el chocolate blanco es bastante empalagoso. A continuación se semi-monta la nata, por lo que se deberá tener en la nevera antes de trabajar con ella. Se agrega la nata una vez que este empiece a coger cuerpo pero no es necesario que esté dura. Calentamos las láminas de gelatina en 4 o 5 cucharadas de agua hasta que se derritan completamente, evitando que se peguen al calentador. Una vez derretidas se incorporan con todo lo anterior, uniendo bien todos los elementos.
A continuación se derriten los chocolates, bien en calentadores o a baño maría, como más cómodo resulte. Se reparte la masa de yogur y queso en dos partes iguales, y se mezcla con cada uno de los chocolates. Así, quedara una parte de color blanco y otra de color negro. Por último, se vierten las masas sobre la base de galleta de modo aleatorio, creando un dibujo o simplemente una forma abstracta en la que queden entremezclados ambos colores y por lo tanto, ambos sabores.
Se puede decorar la tarta con frutos secos en polvo, almendras laminadas, sirope de fresa o cualquier cosa que apetezca. Al ser una tarta fría, antes de desmoldarla deberán haber pasado unas 4 horas, para que haya cuajado perfectamente y no se estropee al quitarle el recinto de metal.
0 comentarios:
Publicar un comentario